martes, abril 23, 2024
Opinión

El camino a la vejez

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Aarón Dávila. 

Fotografía: Facebook Adultos mayores

¿Viejo yo? Viejos los cerros y todavía reverdecen… Esto es lo que dicen algunos cuando alguien les hace mención de su edad, pero no tiene por qué ser así. La vejez, no tiene nada que ver con la vitalidad o el desgaste. Conozco a jóvenes que parecen viejos y a viejos que parecen jóvenes, el corazón bien intencionado, genera la energía necesaria para el bien vivir de cada día. En la actualidad mueren más por el colesterol o los triglicéridos altos, que por la vejez.

No… La vejez no es una maldición, tampoco es un fracaso, mucho menos estar acabado. La vejez, es uno de los más grandes regalos para los seres humanos, es la puerta que abre el acceso a una nueva etapa de vida, una además hermosa y verdaderamente bella.

Hace algunos años, conocí a un hombre entrado ya en los 75, cuando me lo presentaron, me llamo mucho la atención su actitud, cuando sus nietos, jóvenes de entre los 15 y 22 años de edad, comenzaron a discutir frente a él en una forma explosiva y sin sentido, hablaban tanto y tan rápido, que yo mismo me quede perplejo, y sin poder emitir sonido alguno. Instintivamente, volví mi rostro hacía Don Antonio, curioso por ver su reacción, cuál fue mi sorpresa al escuchar lo que con un grito enérgico expreso: -¡Silencio!- -Ustedes vinieron a escucharme, no a robarse uno al otro el oxígeno sin provecho.-

Gabriel García Márquez Escritor colombiano, decía que: El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.

Vejez; la sola palabra causa en nosotros tantas reacciones y tan diversas: Temor, tristeza, respeto, alegría, alivio, abandono, debilidad, sosiego, encuentro. Cada uno de estos sentimientos y más, en un solo pensamiento: ¡Me estoy haciendo viejo!, según sea el caso. Discúlpenme si por el momento, no utilizo todas aquellas nuevas formas de llamar al que envejece: Adulto mayor, ancianito, persona de la tercera edad, etc. Aclaro con todo respeto, que no lo hago malintencionadamente, por el contrario, intento sentar un precedente en este momento, ya que la vejez, para mí, es la corona de todas las edades.

Robert Browning (1812-1889) Poeta inglés, dijo: ¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar.

Hace unos días en la ciudad de San José en Costa Rica, tuve el honor y el gran placer de conocer al Teólogo Juan Span, autor de un famoso Comentario Bíblico, publicado por Editorial Kairos de Argentina. Él tiene 89 años de edad, lo escuche hablar durante unos minutos acerca de varios temas de su dominio con tal lucidez, que de verdad me impacto, pero sin duda alguna, lo que más me conmovió y motivo a escribir sobre este tema, fue escucharlo decir: “He vivido una gran vida y ahora tengo una vejez muy feliz”.

A mi parecer, la vejez, es la verdadera dicha, no es para el joven, que apenas va aclarando sus ideas, sino para el viejo, que ha logrado vivir toda una vida. Pero ¿por qué le causa tanto descontento o temor a muchos, la idea de hacerse viejos? Muchos lo expresan no diciendo su edad por ejemplo, otros pintándose las canas, otros más, prefieren caminar con tacto, no por sabios, sino porque no les gusta ponerse sus lentes, para no revelar su edad verdadera.

Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) Profesor de física y científico alemán, dijo:

Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos. Pero esto hace ver a la vejes como algo malo y no lo es, de ninguna manera.

Vivir es el mayor tesoro y vivir en plenitud, la mayor ganancia. Envejecer no tiene por qué ser un suplicio, es más bien la constancia de los hechos de nuestra vida, lo sumado en el camino, cada tristeza, cada alegría; cada logro, todo aquello forma nuestro legado y mayor riqueza.

El rey Salomón decía: La vejez es la corona de una vida honrada, y se la halla en el camino de la justicia.

La hermosura de la juventud, pronto desaparece, la vejez sin embargo es el acopio de los años, de todo lo vivido, es por esto, por lo que, envejecer, no debe ser causa de temor o angustia, sí, más bien, ocasión de agradecer y disfrutar por todo lo que con intención o sin ella ha sido posible vivir.

Los verdaderos temores de la vejez, no tienen que ver, con nuestro estado actual o nuestra condición de vida, sino más bien por lo que sentimos que no logramos construir o afianzar, ese sentimiento de que no cumplimos con algo o que aún no hemos alcanzado todas las metas propuestas o las cosas que debimos soltar y dejar ir desde tiempo atrás, son lo que provocan en nosotros el sentimiento de debilidad, baja autoestima, soledad, no poder valerse por uno mismo, abandono, olvido, etc.

Pero no tiene por qué ser así. Las enfermedades comienzan en la mente o en el estado de libertad del corazón; permítanme explicarme. No saber perdonar y liberar nuestro corazón de rencores o de temores, nos estresa, deprime, provoca ansiedad y desolación, ese sentimiento de no avanzar o de gran peso sobre los hombros, es provocado por todas aquellas cosas que solemos acumular sin darnos cuenta.

La gran noticia es que, si queremos, podremos vivir una vejez feliz y en verdadera libertad. El amor cubre multitud de defectos y amar, es como un buen bálsamo que sana todo tipo de heridas.

Cuando somos capaces de perdonar, de hacer a un lado lo que finalmente no cambiará, librarnos del peso que hace lastre en nuestras vidas y no nos permite avanzar. Lo mejor de nuestra vida, siempre será lo inalcanzable, lo que nos hace seguir intentando sin detenernos. Subir la montaña es cansado, pero mientras más subimos, lograremos ver las cosas con más claridad y tendremos de frente, la mejor vista posible

El camino a la vejez, conlleva grandes escaladas, soledad y probablemente cansancio, pero si persistimos, al final del día llegaremos y nada, ni nadie logrará arrebatarnos lo vivido. Todo, absolutamente todo lo acumulado en el camino, forma nuestro legado. ¡A vivir entonces! Quien ha llegado ya a la vejez, siéntase orgulloso, crease capaz de seguir dando riqueza a este mundo, que al fin y al cabo siempre necesitará un buen consejo. Los que aun caminamos, anhelando construir mejores experiencias de vida, les seguiremos el paso, hasta llegar a la cima. ¡Lo mejor está por llegar!

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