sábado, abril 20, 2024
Opinión

¿Cuántos tipos de dolor deben sufrir las mujeres?

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Aarón Dávila.

Foto: Ilustrativa.

No es necesario golpear para hacer daño. Una palabra duele. El silencio duele. Una traición duele. El desprecio duele. La indiferencia duele. Yo añadiría a esa lista: el olvido duele y duele también el descuido.

No importa cuánto progreso tenga una nación, si los titulares de los diarios siguen cubriendo notas por demás desgarradoras y lastimeras, sobre el maltrato hacia las mujeres, la ausencia de respeto hacia sus derechos y los actos dolosos que provocan y lastiman su integridad como seres humanos, todo esto, sin dudar, habla de la calidad de sociedad que hemos construido.

El machismo es uno de los principales dolores de México, producto de la ignorancia, mala educación y falta de valores.

Lo increíble es que, en la actualidad, sigamos hablando de machismo o de actos de destrucción a causa de tal situación; acciones dolosas, consientes y logradas al amparo de la costumbre y la idiosincrasia popular.

Pero, preciso decir que las acciones encaminadas a desacreditar o lastimar a las mujeres son meros actos provocados por el temor de ser superados.

Los mensajes que, como hombres enviamos a las mujeres, desde su niñez, pretenden gobernar sus mentes y desarrollo humano, en su vida adulta, cosas como: recuerda, las mujeres no pueden dedicarse a tal o cual actividad, eso es sólo para hombres o una señorita no puede hacer tal o cual cosa; pero, yo me pregunto, qué hace de una tarea, una actividad, o un trabajo, que pueda ser considerado exclusivo para hombres.

En la actualidad, ha quedado demostrado, de muchas formas, que las mujeres son tan capaces, como los hombres, de desempeñar cualquier actividad.

A mí me sorprende, con mucho agrado, debo decir, ver a mujeres manejando vehículos del transporte público, aquellos que en teoría eran sólo para uso y manejo de los hombres, ver a mujeres policías, mineras, carpinteras, herreras, electricistas, instaladoras de equipos y antenas, controladoras de vuelos, pilotos, médicos y en general capaces de desempeñar cualquier actividad que se les ponga al frente.

Increíblemente, aún encontramos en las empresas hombres que abusan de las mujeres a su cargo, acosándolas y humillándolas, con el solo afán de demostrar su superioridad, lo que por el contrario demuestra lo opuesto.

El fotógrafo comercial Chris Crisman, de los Estados Unidos, se emocionó demasiado cuando escuchó que la amiga de una amiga había dejado su trabajo como diseñador de páginas web en Nueva York, para convertirse en una carnicera en Filadelfia. Crisman creo una serie llamada “Mujeres de retos”; él dijo que, como padre de un niño de cuatro años y una niña de dos años, espera que esta serie desafíe las normas tradicionales de género.

“Me criaron para creer que podía hacer lo que quisiera cuando fuera grande. Quiero transmitir un mensaje similar a mis hijos y sin advertencias”, dijo Crisman.

“Quiero criar a mis hijos sabiendo que sus sueños no tienen límites y que tienen padres que los apoyan para dedicarse a algo que les apasione.”.

En lo personal, fui criado por una mujer por demás impresionante. Mi madre, ya finada, fue profesora; hasta el día de hoy, no recuerdo una sola cosa que le diera temor hacer; por ejemplo, yo manejo motos desde los 8 años de edad y fue mi madre quien me enseñó a manejarlas.

Soy el orgulloso padre de tres hermosas hijas, fuertes y aguerridas, que crecieron con la firme intención en sus corazones de ser exactamente lo que su pasión les dictase.

La mayor de mis hijas es comunicóloga y se especializo en cine, producción y post producción; la segunda de mis hijas se graduó como diseñadora gráfica, pianista profesional y flautista; la tercera de mis hijas estudia música profesionalmente, pero ella en especial es el vivo ejemplo del corazón de la mujer, debido a un problema en el momento de nacer, ella estuvo al borde de la muerte y a consecuencia; el médico neurocirujano que la atendió dijo que mi hija jamás al crecer podría caminar, ni hablar.

Con la ayuda de la fe y de su enorme corazón, ella lucho por salir a delante y mostrarle al mundo que el corazón de una mujer es fuerte y suficiente para mover el corazón de Dios mismo. Mi hija no sólo camina, habla como tarabilla y está en su segundo año de universidad.

Finalmente, tengo un pequeño de 13 años, a quién amo con todo mi corazón. A mi hijo, constantemente le enseño, que amar y respetar a las mujeres es una encomienda divina.

El rey Salomón decía que la mujer virtuosa es más codiciable que el oro fino, más preciosa es que las piedras preciosas y todo lo que puedes desear no se puede comparar a ella.

Ahora, Salomón menciona a la mujer virtuosa y el beneficio de encontrase con ella, esto es, también, una observación muy importante; mujeres, la liberación femenina no tiene nada que ver con volverse como los hombres o hacer lo que nosotros sino más bien, con ser ustedes mismas, originales, hermosas, dedicadas, sin copia.

Me apena mucho escuchar a jovencitas y mujeres en edad adulta hablando con groserías y vulgaridades, no que me espante, la verdad es que no, pero creo que no es necesario imitar las actitudes de quienes históricamente las han lastimado.

Respeto a la mujer, creo en ella como madre, como hija, como hermana, como amiga, como profesionista, deportista y actora de cambio; pero sobre todas las cosas, como mujer.

Tuve el honor, repito, de ser hijo de una gran mujer, soy orgulloso esposo de una mujer profesionista, padre de tres mujeres, abuelo de una pequeñita hermosa, hermano de una comunicóloga maravillosa y cuento con la amistad de grandes mujeres que rodean de bien mi vida.

A mis 51 años de edad, sigo sin encontrar un solo motivo para lastimar a una sola de ellas, para faltarles al respeto o sentirme superior.

Seamos hombres verdaderos, no con fingimiento, respetando, amando y cuidando a las mujeres alrededor de nosotros; sólo eso, valorando a quienes nos dan la dicha de amar y ser amados con honestidad.

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