martes, abril 23, 2024
Opinión

Workaholic: ¿Adicción o contradicción?

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Aarón Dávila.

Para las personas que son adictas al trabajo, éste constituye el centro de la vida del individuo, el propio empleo resta importancia a todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social. Lo consideran como su refugio.

El hecho de llevarse trabajo a casa, para acabarlo por la noche o los fines de semana, es algo que resulta habitual en la persona que lo padece.

Esta situación define a aquellos trabajadores que, de forma gradual, van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito; según explica la psicóloga Marisa Bosqued, en su libro ¡Que no te pese el trabajo!

El trabajo, según entiendo, debería ser una bendición para el individuo, un beneficio recibido por su esfuerzo; aquella actividad que supone desarrollo, habilidad, capacitación, superación, mejora en su entorno general, fuente generadora de satisfactores y, en cierta forma, mayor calidad de vida.

Es una delgada línea, lo que lo separa de la bendición y lo convierte en su peor pesadilla y en la de su familia y amigos.

Cuando comenzamos a escuchar frases como: Es que no puedo estoy muy ocupado, otro día tal vez, tengo que terminar con esto, aunque sea Domingo, puedo ganarme unos pesitos extras y otras más de ese tipo; entonces, es el momento oportuno de hacer una pausa en el camino y despejar la mente un poco, disipar lo que nubla nuestro entendimiento y no nos permite darnos cuenta que hace un tiempo ya que perdimos el rumbo original, y es momento de considerar un alto y un prudente cambio de actitud y de vida.

“Workaholic” es un término anglosajón, coloquialmente un trabajólico, es una persona adicta al trabajo.

Muchas veces, en el entorno de dicha persona, no ve mal su comportamiento, explica Marisa Bosqued.

Si una persona practica juegos de azar, toma drogas o bebe de forma descontrolada, estas conductas son consideradas reprobables ante uno mismo y ante los demás; pero trabajar más de la cuenta, incluso en fines de semana o renunciando a las vacaciones, parece algo respetable.

Suele observarse en el proceso adictivo un cambio gradual que se desarrolla en un período, que va entre los cinco y los veinte años. Comienza como una ambición profesional mayor de la media, que para poder llegar a conseguir sus metas necesita de una dedicación laboral, que también está bastante por encima de la media.

Sintomatología: Bosqued ha realizado una división de los síntomas más habituales entre los adictos al trabajo, encontrando tres grupos diferentes de síntomas; en primer lugar, síntomas de tipo cognitivo o mental: tales como cuadros de ansiedad e irritabilidad, depresión, necesidad creciente de trabajar más y dedicarle más tiempo al trabajo, preocupación constante por el rendimiento laboral, sensación continua de estar agobiado, de no llegar a todo, sensación de vacío emocional e infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral.

En segundo lugar, síntomas fisiológicos: estrés, insomnio y, a largo plazo, hipertensión arterial y aumento de probabilidades de sufrir enfermedades vasculares.

Finalmente, síntomas comportamentales, entre los que pueden observarse la necesidad casi compulsiva de realizar listas de cosas por hacer y de anotar en la agenda hasta el más mínimo detalle, incapacidad de estar sin trabajar durante un período prolongado, sin experimentar ansiedad, inquietud e irritabilidad, alejamiento de la familia y los amigos.

Ahora quiero añadir a los comentarios de la psicóloga Marisa Bosqued lo siguiente: cualquier tipo de adicción socava, poco a poco, la voluntad, la capacidad de tomar decisiones correctas, de percibir las pequeñas cosas, aquellas que dan equilibrio y motivos continuos a nuestro camino; pero las adicciones son causadas también por frustraciones, desilusiones, temores o debilidades incontroladas, lo que nos lleva directo al corazón del individuo.

No es correcto callar y mirar de lejos, en especial cuando se trata de alguien a quien conocemos bien o amamos; claro que no es fácil que alguien en este caso, como en cualquier caso de adicción, acepte su problema, lo correcto es señalarlo con paciencia, amabilidad e interés de escuchar su punto de vista, jamás atacando a la persona, mucho menos despreciándole.

Recordemos que siempre el primer paso será el que más nos cueste dar, pero, una vez dado el primero, el segundo llega por sí sólo.

Es posible pensar que simplemente es pasión por lo que se hace, pero a veces el problema puede ir más lejos, si realmente no sabes cuándo decir basta.

Probablemente, sin darte cuenta, llevas ya mucho tiempo viviendo para trabajar, en lugar de trabajando para vivir, para cumplir tu misión en esta vida y ser feliz.

De manera entonces que, el ser Workaholic es una adicción, y como cualquier adicción, es destructiva, su fin no traerá ningún beneficio a tu vida; por el contrario, poco a poco te destruirá, apartándote de tu familia, de tus amigos, de tus más preciadas relaciones y te llevará al momento de sacrificar todo lo que con anterioridad lograste construir alrededor de tu vida.

Como cualquier adicción, entonces, es necesario desintoxicarse y permitir la ayuda de nuestros seres queridos y de profesionales que nos dejen ver nuestros errores.

Lo más difícil probablemente sea descubrir que aquello que pensábamos nos generaba un bien, es justamente lo que nos está destruyendo sin darnos cuenta.

El trabajo cumple su objetivo cuando nos permite auto realizarnos como personas, como profesionistas, como soñadores, pero deja de cumplirlo cuando perdemos de vista todo lo demás alrededor de nosotros, con tal de trabajar.

Nunca es demasiado tarde para ser libres y retomar el camino correcto, es importante replantear nuestros objetivos, ya que, cuando los perdemos de vista, entonces simplemente estamos trabajando por la necesidad de demostrarnos a nosotros mismos que somos lo mejor del cualquier sistema, ya no importan la familia, la salud, la tranquilidad, la paz.

Necesitamos descansar física y mentalmente, relajar un poco nuestra vida y comprometernos más con lo esencial, con lo que realmente nos permite ser felices y caminar seguros.

El problema radica en no entender que nosotros, como seres humanos, tenemos un límite, que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan descanso, y que hay otras cosas en la vida aparte del trabajo, incluso, si estamos haciendo el trabajo que nos gusta.

Rompamos las ataduras y caminemos con paciencia nuestro camino, sujetos a la fe, al amor, al deseo de vivir y a la esperanza de que en familia podemos ser mejores y unidos siempre salir adelante y vencer todos los obstáculos que se nos presenten.

Vivir bien no es sinónimo de tenerlo todo, más bien, lo es la capacidad de disfrutar al máximo lo que tienes, lo que has logrado con tú esfuerzo y dedicación, pero sobre todas las cosas, sin perder de vista lo que te motivo originalmente.

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