viernes, marzo 29, 2024
Opinión

Ruta crítica de los valores en la familia

*Aarón Dávila

Foto: Ilustrativa.

En esta ruta crítica de valor en la familia, como la he llamado, pretendo presentar la línea dependiente que va desde la siembra de los valores individuales, del padre y la madre, hasta la cosecha de la ética personal de los hijos, resultado de la suma entre los valores primarios de los hijos y la experiencia de vida individual de los padres; lo que finalmente nos lleva a la autoridad moral, resultado de la sumatoria de la ética personal de los hijos y la determinación.

Ahora bien, siendo honestos, al final del día, no puede existir un modelo exacto en la ruta crítica o definitivo, ya que, indefectiblemente, la propia naturaleza humana nos da toda una gama de variables que constantemente redirecciona esta ruta.

Por ejemplo: ¿con qué tipo de valores llegan papá y mamá al matrimonio? o ¿qué tipo de experiencias de vida han experimentado?, ¿en qué nivel de estabilidad o inestabilidad se encontraban sus vidas al llegar al matrimonio?

En cualquier caso, papá y mamá tuvieron, además, que adecuar, sumar, modificar o eliminar, indiscriminadamente diferentes valores individuales al llegar al matrimonio, lo cual es correcto; ya que, lograr equilibrar los valores de ambos permitirá, en consecuencia, transmitir valores sanos a los hijos.

Pero qué sucede en el caso contrario, cuando papá y mamá no logran empatar y acoplar valores individuales para crear valores familiares.

Es aquí donde he insistido que los colegios son el último bastión de resistencia en contra de la perdida de los valores, los responsables de realizar una lucha a ultranza para recuperar y restituir.

La familia forma individuos, los colegios profesionistas, aquellos que el día de mañana dictarán el rumbo de nuestro país, nuestra sociedad y nuestro entorno.

Saulo de Tarso decía: Por tanto, si hay algo bueno en que pensar en esto piensen; en todo lo bueno, todo lo justo, todo lo que es verdadero, lo que es de buen nombre.

(Paráfrasis) Si hay algo bueno en que pensar, en esto piensen; pregunto, ahora, ¿vale la pena pensar en tales cosas? Bondad, justicia, verdad, lo que es de buen nombre, ¿será conveniente pensar en tales asuntos?

Yo diría que no sólo conveniente, sino vital; una sociedad que pierde tales cosas de vista se torna destructiva, de antivalores, anárquica, corrupta.

Permítanme insistir, ¿nos conviene pensar en tales temas? Nuestro país está por atravesar un periodo electoral más, en este momento se tejen redes electorales de todos los colores, por demás impresionantes; se han formado escenarios y alianzas impensables en otros tiempos, pero “todo cabe en un carrito sabiéndolo acomodar”, reza el refrán.

Sigo atento al dicho de todos, hasta el momento, los valores siguen lejos de la contienda y eso en verdad me preocupa.

Como hijo, esposo, padre, hermano, amigo, líder de opinión, ciudadano y mexicano, enfáticamente busco oídos capaces de escuchar, ojos ansiosos por ver y corazones deseosos por palpitar.

Quiero dejarles esto que escribí en el 2015, con todo cariño.

Es tiempo, no te agotes luchando contra el mal.

Cánsate haciendo el bien y el mal se ira.

Contra el amor no hay nada, el amor y el bien lo vencen todo.

Es tiempo de hacer que las cosas cambien,

pero no con las armas del odio y el rencor.

No podemos desear cambiar la situación actual,

utilizando las mismas armas que nos han dañado.

Nuestras armas son las que encumbraron,

los más altos derechos de la humanidad.

Nuestras armas son las que forjan a una madre,

las que animan cada día a un amigo,

las que alientan a un hermano.

Es tiempo de luchar sí, pero con los valores que hace tiempo ya,

arrojamos al cajón de los recuerdos y olvidamos con descuido.

Es tiempo de tomar la razón y la verdad,

de ser honestos, de amar y sonreír.

Es tiempo de hacer a un lado la mentira,

de arrojar semillas de razón.

Es tiempo de luchar sí, pero con justicia y con verdad.

Con amor y con lealtad, deseando obsequiar al mundo,

un canto de libertad.

Si tienes hijos, si tienes familia,

si tienes motivos suficientes para vivir,

entonces busca la paz.

Si no tuvieras los motivos suficientes, deja entonces que Dios te muestre el camino.

Cerremos el círculo, caminemos juntos la siguiente milla.

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