jueves, marzo 28, 2024
Opinión

La vía dolorosa

*Aarón Dávila*

Aquellos que primero gritaron ¡Hosanna, hosanna! Mientras lanzaban palmas en el camino para honrar a Jesucristo, tan sólo unos días después, gritaban ¡crucificale, crucificale! Señalándole, cómo a quién se le desprecia con el más crudo rencor. Su pecado, amar a la humanidad…

Hosanna es una palabra de origen hebreo que significa ‘salve’. Puede ser empleada como salutación, como expresión de aclamación o admiración, o como petición de piedad. Es un término usado, por igual, en las liturgias cristiana y judía.

Como tal, aparece en distintos pasajes de la Biblia y es empleada en cantos y rezos. En Salmos, se presenta como una petición de ayuda, de salvación: “Te rogamos, oh Señor, hosanna [sálvanos ahora]; te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora” (Salmos: 118: 25).

Hosanna representa la expresión con que el pueblo de Jerusalén recibió a Jesús. Es el grito de aclamación y adoración que saludó la entrada de Jesús en la ciudad, según se narra en la Biblia: “¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor, rey de Israel”.

Ahora bien, ¿que pudo hacer que aquellos que primero le adoraron con tal devoción, poco tiempo después, buscaran su muerte? ¿A caso fue tan solo un malentendido? Tal vez entonces, fue una forma de demostrar nuestra condición como raza humana, o más bien el temor de algunos cuantos por perder el control político.

Honestamente, la razón no importa, lo verdaderamente importante, es el hecho de que aquel que llego montado en un pollino de asna, con toda sencillez y humildad, sostuvo hasta el final su promesa de amor verdadero por la humanidad entera y sin excepción de personas.

Ahora mismo, como entonces, nuestra propia naturaleza, sigue cuestionando el sacrificio de Jesús, nada importa ya, la religión, la tradición, la costumbre o la institución, simplemente desconocemos los efectos del sacrificio y lo profundo del amor. Siempre será más sencillo darnos la vuelta para no mirar.

Pero aquí estamos, transitando cada uno su propia vía dolorosa, día tras día, añorando las palmas y el canto de ¡hosanna! Un canto que, al correr el tiempo, se hace cada vez más popular, un canto que atraviesa, nuestra propia naturaleza, la naturaleza humana.

Aquí estamos, a más de dos mil años de distancia de aquel evento, evento que cambiará a la humanidad entera. Habrá quien siga entonando el mismo canto anhelando mejores tiempos y habrá quienes sigan buscando a quien llevar a la cruz.

De cualquier forma, existe una tumba vacía, testimonio del más grande amor jamás manifestado, cumplimiento de muchas promesas. El camino por andar, la verdad por conocer y la vida por vivir.

 

Muchas gracias.

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