viernes, abril 19, 2024
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Vecinos de El Espino, Xonacatlán, se manifiestan y pausan el cárcamo contra inundaciones

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*José Ángel Gutiérrez López*

Los pobladores se plantaron en la obra, alcaldía y auditorio, donde increparon al edil Carlos González por la deficiente edificación, además de amagar con cerrar el palacio y detener el cárcamo hasta tener un peritaje y un documento de inconformidad.

Molestos por la deficiente obra de un cárcamo de rebombeo, vecinos del barrio El Espino, perteneciente al municipio de Xonacatlán, se manifestaron en tres frentes y lograron el paro temporal de la edificación, cuyo fin es evitar las inundaciones que sufren año tras año.

Los pobladores se reunieron en calle Benito Juárez de El Espino, donde el alcalde Carlos González González lleva a cabo la obra, a través de una constructora. Más tarde amagaron con cerrar palacio municipal y luego se plantaron frente al edil en el auditorio municipal.

Mientras proseguían los trabajos por parte de la constructora, los moradores debatían sobre los contras del cárcamo, que se hundió de costado debido al reblandecimiento del terreno, aun cuando era liberado del fango y nivelado por maquinaria pesada.

El comisariado ejidal Miguel Ángel Portillo indicó que el cárcamo está sobre tierra fangosa, por ello se volverá a inclinar en cualquier momento, sobre todo cuando contenga agua, aunado a las fallas de ingeniería en su construcción y falta de base de proyecto técnico.

Victoria Rocha Apolonio, moradora del lugar, indicó que la obra mal planeada por el edil afecta de sobremanera a los vecinos, quienes sufren anegaciones en sus viviendas desde hace más de 10 años, en los que también han surgido problemas de salud por las aguas negras.

El canal La Raya, paralelo a Juárez, tiene una compuerta que separa su líquido pluvial de un enlace al río Lerma, aunque en época de lluvias sufre filtraciones de aguas negras, de ahí que genera inundaciones antes de rebombearse al río.

Como medida temporal, los trabajadores taparon la boca del túnel que conduce el agua hacia el Lerma, a través del subsuelo poniente del Libramiento Bicentenario.

La obra tampoco se construye en el sitio trazado, sino al costado, donde la filtración del agua negra también colaboró en el reblandecimiento de la tierra.

Los pobladores se trasladaron al palacio municipal, donde no los recibió alguna autoridad, a reserva de lograr una presunta llamada telefónica del personal de recepción al director de obras públicas, quien no acudió ni al edificio ni al cárcamo.

Mujeres y hombres amagaron con cerrar el palacio si no eran atendidas sus demandas, por lo que pusieron en alerta a la policía municipal, que su vez notificó la próxima escala de los pobladores a sus pares postrados en el auditorio.

En el auditorio, donde Carlos González era anfitrión de una reunión de gabinete regional, los inconformes recriminaron la mala planeación de obra, pero a cambio recibieron evasivas del edil, quien alterado y breve dijo que él no era responsable, sino la constructora.

González se escabulló escoltado por policías y prometió acudir al cárcamo, pero incumplió su palabra, no así Carlos Garza Sánchez, quien se presentó ahí por parte de la constructora para intercambiar opiniones y después acordar la pausa.

Los trabajos pararon mientras se redacta un documento de inconformidad vecinal con imágenes y evidencias de defectos, pero también en tanto llega un peritaje de valoración de terreno y la obra, para saber si es viable reparar o demoler para una nueva construcción.

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