jueves, marzo 28, 2024
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Buscan Informar al Papa de Impunidad en el Asesinato de Carlos Eduardo

Yamel Esquivel

ABUELO DE JOSE EDUARDO ASESINADO

A tres años del secuestro y asesinato de Carlos Eduardo Martínez González, estudiante del colegio Montessori de la ciudad de Toluca, aún no se sentencia a los responsables confesos; ahora su padre, Don Alfredo busca llegar a la misa que oficiará el Papa Francisco en Ecatepec el próximo 14 de febrero, para exhibir la impunidad e injusticia que impera en el Estado de México.

 “Soy obligado a verle la cara, dos veces por mes, a los asesinos de mi hijo.  Hoy tendría 18 años; cada que leo la recomendación de la Comisión de Derechos Humanos vuelvo a sufrir porque analizo la forma tan animal como lo mataron, no le dieron de comer durante, y después con toda frialdad hicieron que se parara en el borde del puente y lo aventaron” así narra su sufrimiento Don Alfredo.

Tras 50 audiencias en los juzgados de Almoloya, y con los asesinos confesos la familia Martínez González no logra la justicia anhelada; “no quiero dinero, la vida de mi hijo no tiene precio, no busco eso; yo sólo quiero escuchar la condena para la señora que fue su secuestradora, y para todos los que participaron”, sentencia.

Las dilaciones legales que vive el caso, que van desde el cambio de juez (cuatro veces) así como de múltiples abogados defensores, propician que la salud de Don Alfredo se deteriore cada día.

Sólo vivo para el día en que se dicte la sentencia –expresó- cuando todos los que participaron en el secuestro de mi hijo, estén en la cárcel, cuando las autoridades del Montessori, también sean sancionadas.

“Quiero conseguir un boleto para decirle al Papa frente a frente, que la escuela católica entregó a mi hijo a sus asesinos en bandeja de plata, esa es su escuela, la cual no tuvo ni la delicadeza de decirme lo sentimos o en qué lo podemos ayudar, absolutamente nada”, este señor necesita saber que pasa en México.

**La historia**

Carlos Eduardo Martínez González, tenía 15 años cuando lo secuestraron en la ciudad de Toluca, horas después de solicitar un rescate millonario, lo mataron arrojándolo, vivo, desde el puente Calderón de la carretera rumbo a Ixtapan de la Sal. Ya pasaron tres años desde el hecho, y aunque cuatro de sus asesinos están confesos, desde hace tres años, aún no se les dicta sentencia.

Era 14 de febrero de 2013, y en su escuela colegio Montessori se hizo una tardeada para celebrar el día del Amor y la Amistad; el reglamento de la escuela era claro no se permitía la salida de ningún niño sin autorización del tutor; sin embargo ese día lo dejaron irse solo, lo que permitió a sus secuestradores recogerlo en la calle.

Carlos Eduardo, como cualquier adolescente quería divertirse, confiaba en quien lo rodeaban; se hizo amigo de su vecina, Beatriz Alejandra Morales Sendo, una joven que atendía en la óptica que estaba, al lado del negocio de tortas de su familia.

Esta mujer fue la autora intelectual y material del secuestro y asesinato del joven toluqueño; junto a su pareja sentimental y varios sujetos más convencieron a Carlos Eduardo para llevarlo a su casa, mentira que no cuestionó, porque la conocía, era “su amiga”.

No pasó mucho tiempo para que los secuestradores contactarán a las autoridades del Montessori, y pidieran rescate por el alumno, que  había dejado ir solo y sin permiso; hecho que se mantienen impune a la fecha; jamás se sancionó al colegio, que violó su reglamento, facilitando el secuestro de Carlos Eduardo.

10 millones de pesos le pidieron a Don Alfredo, padre del niño, por volverlo a ver, durante su primera llamada, donde se acreditaban como La Familia Michoacana; inmediatamente se denunció a la Procuraduría, para que se grabaran las exigencias de los secuestradores.

Sin darle de comer por dos días, lo llevaron al puente de Calderón, lo aventaron, no dieron oportunidad a la familia de negociar el rescate, simplemente lo mataron. Su cuerpo fue entregado seis meses después de reportarlo como secuestrado, por ineficiencias del SEMEFO, como lo advierte la recomendación de la Comisión de Derechos Humanos emitida por este caso.

La policía ministerial detuvo en Tenancingo, a la organizadora del secuestro, Beatriz Alejandra Morales Sendo, quien después delató a sus cómplices y reveló todos los detalles de su crimen. Ella también mencionó a otra mujer que supuestamente era la que cuidó al menor los tres días que lo tuvieron en una “casa de seguridad”.

Después de todo el tormento psicológico que vivió el padre de Carlos Eduardo, buscó respuestas sobre lo que le ocurrió a su hijo en la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, instancia que nunca verificó la identidad del cuerpo encontrado al fondo del Puente Calderón, a pesar de que emitieron la Alerta Amber y el Programa Odisea para buscar a Carlos Eduardo, durante todo ese tiempo su cadáver estuvo en la Subprocuraduría de Justicia de Tenancingo.

Desde entonces, Alfredo Martínez exigió fincar responsabilidad contra el personal de la procuraduría estatal por negligencia, y todo el peso de la ley a los involucrados en este secuestro y homicidio, la justicia para Carlos Eduardo aún no llega.

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