Las marcas que dejamos al caminar
*Aarón Dávila*
“Quien camina deja huella y quien deja huella nunca muere” DAR.
No es para menos el suponer ausente a la voz del porvenir, cuando jamás existió instrucción de paso. Nos hacemos responsables por transmitir la historia de la humanidad, pero olvidamos cuidar la nuestra; que terrible darnos cuenta de que al paso de los años detrás de nosotros no existe huella que seguir.
Josué guio al pueblo de Israel a través del rio Jordán, hacia la conquista de la tierra prometida y al hacerlo Dios encarga a Josué colocar 12 piedras, una por cada tribu de Israel, como recordatorio de lo que el Señor había echo por ellos y se deposita también en los ancianos, la responsabilidad de transmitir a los más jóvenes la historia de lo vivido, desde la salida de Israel guiados por Moisés, hasta la llegada a la tierra prometida.
Hablando de trascendencia; trascendemos cuando enseñamos, lo hacemos también cuando amamos, cuando abrazamos, cuando actuamos congruentemente, trascendemos cuando como padres, sembramos en el corazón de nuestros hijos los mejores recuerdos y la sana enseñanza de vida, cuando grabamos en sus corazones el amor de Dios.
Camino recorrido es camino conocido, pero andando en el camino aprendemos que es necesario dejar marcas, para que los que vienen detrás, puedan identificarlas para guiarse sin tropiezo y poder así seguir nuestras huellas sin problema alguno.
Caminar la senda sin importarnos quien va detrás nuestro o sin interés de guiar a otros es egoísta y solitario. Cuando dejamos huellas que seguir, hacemos saber a otros nuestro interés por servir, por ser parte del engranaje universal y sobre todo por actuar con verdad y honestidad.
Que triste es pasar por algún lugar y que nadie lo note, pasar desapercibido, pero que maravilloso es cuando al pasar la gente nos ve, nos siente y nos busca con el deseo de recibir más de lo que llevamos.
Procurar dejar huella a nuestro paso es vivir en paz y libres para compartir lo aprendido; quién camina en la luz no se oculta, por el contrario, continuamente busca la oportunidad de mostrar y dejar ver quien es y lo que a logrado, con el único afán de instruir con amor a quién así lo necesite.
El apóstol Pablo enseñaba la importancia de vivir diligentemente, no como necios sino como sabios, aprovechando bien nuestro tiempo y cuidándonos de los días malos.
Vivir con sabiduría conscientes de que siempre habrá alguien a lado nuestro esperando ver y seguir nuestras huellas, a donde los guiemos será nuestra responsabilidad y saber que somos parte de una sociedad viva que busca ejemplos para seguir continuamente.
El conocimiento que se guarda y no se comparte de nada vale, una vida sin frutos que compartir es una vida estéril, nuestra vida se enriquece con cada prueba que pasamos, la esperanza se fortalece en la prueba. Que nuestros pasos dejen marcas claras para que otros puedan seguir con libertad.