El estado más pequeño. Tlaxcala
*Eréndira Zavala C*
Con un bonito centro histórico, un quiosco en la plaza central y calles adornadas con jacarandas, Tlaxcala (que en lengua náhuatl significa “lugar de pan o maíz y tortilla”) existe con sus 4,000 km2 de territorio, bromas por su tamaño y un resentimiento ancestral en la memoria nacional, que se remonta a la época de la Conquista cuando los tlaxcaltecas decidieron unirse a Hernán Cortés en contra de los mexicas. Aunque, si vamos a condenarlos, es justo reconocer los 60 años de bloqueo económico impuesto por Tenochtitlán a Tlaxcala y dar una revisada al contexto socio-político imperante en aquellos años.
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Obviando lo anterior, Tlaxcala posee un buen número de tradiciones que vale la pena conocer, empezando precisamente por su pasado que, al haber apoyado a los españoles, la Corona les concedió autonomía, los jefes del pueblo y sus descendientes fueron nombrados “primos” por el rey Carlos I y le dieron el título de “Muy Noble y Muy Leal”. Esta influencia española se encuentra presente en la arquitectura de sus casas y calles, en las tantas ganaderías de toros bravos que existen, en su Carnaval (adaptado entre náhuatl y castellano), en la Huamantlada, en la Noche que nadie duerme y en “La Bajada” de la Virgen de Ocotlán.
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