lunes, diciembre 23, 2024
Opinión

Esfuérzate y se valiente

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Hace un tiempo alguien me contó un chiste que al final no supe si era chiste o anécdota, y decía: un tipo que estaba del lado Este de cierta avenida, observo a otro que estaba parado en el lado Oeste de la misma, una avenida excesivamente transitada, de flujo continuo, sin semáforo y el puente peatonal muy lejano.

El que estaba al lado Este le grito al del lado Oeste, ¡hey!, ¡hola!, sí, tú, el de allá; el del lado Oeste le miró a lo lejos haciendo señas y curioso, camino un par de pasos a su costado izquierdo y respondió: ¿Quién, yo? ¡Sí, tú!, se escuchó a lo lejos.

Con más curiosidad el sujeto del lado Oeste, parándose de puntitas, como si de esa forma lograra escuchar con más claridad al otro sujeto, respondió: ¿Qué paso? Una vez en sintonía, el sujeto del lado Este preguntó ¿Cómo hiciste para cruzar la Avenida?

Después de unos momentos de silencio y rascándose la cabeza, como meditando la ruta de la respuesta, el sujeto del lado Oeste respondió: No lo sé, amigo, yo nací de este lado. (vaya embrollo)

Hay una frase que escribí hace un tiempo en un artículo y reza de la siguiente forma: “Si tengo que explicártelo; entonces, no vale la pena hacerlo.”. Les dije que no sabía si la historia que les acabo de contar puede ser clasificada como chiste o anécdota, porque, además de todo, he presenciado esa misma historia en muchas ocasiones.

Diferentes personas con las manos llenas de frustración me han dicho que, como no encontré la forma de hacerlo, entonces mejor no lo hice; o que tal esta, nadie me explico cómo hacerle, entonces mejor así lo deje, o esta otra, lo vi tan lejos que mejor ni lo intenté.

La realidad es que, en muchas ocasiones, la gente no cruza la calle subiendo el puente peatonal, tan solo porque le da flojera hacerlo, sin importar que el puente este tan sólo a unos pasos de distancia.

Hay personas que prefieren jugarse la suerte de lograr cruzar o no, a subir el puente y cruzar con la seguridad de que llegará al otro lado sin problemas.

Y, bueno, así es la vida supongo, o al menos así la ven muchos; caminar sin un rumbo fijo y sin la firme intención de llegar a donde sea que te propongas, da por resultado una vida sin propósito, sin intención, sin motivos.

El caso es que podemos soñar grandes cosas para nosotros y quienes dependan de nosotros, en la medida que sea, pero la realidad es que no podemos vivir de sueños solamente, en algún momento, deberemos hacer realidad cada sueño y llevarlo a ras de piso.

Al entregar Moisés a Josué la responsabilidad de guiar al pueblo de Israel en el desierto, Josué recibe una instrucción directa, una verdaderamente impactante, tomando en cuenta lo que en ese momento estaba dejándose en sus manos.

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el señor, tu Dios, estará contigo a donde quiera que vayas.”.

Probablemente en la mente de Josué estaba algo diferente, tal vez un consejo de parte de su maestro, una palabra de aliento, una instrucción final, una señal en el camino, un abrazo antes de partir, no lo sé, algo que le alentará para la gran misión que le esperaba.

En su lugar, no sólo no llego el abrazo, sino que lo único que su maestro Moisés le entregaba para el viaje por iniciar, era un mandato y uno muy claro y fuerte; además, tomando en cuenta la premura del cargo, el tiempo que se vivía, las circunstancias que se presentaban, los ánimos que se percibían, lo que el pueblo veía y lo que se esperaba de Josué, un mandato: “Escucha lo que te mando, esfuérzate y sé valiente.”

Normalmente le digo a mi hijo cuando no quiere hacer algo por flojera: hijo, recuerda que el flojo y el perezoso recorren dos veces el camino; haz las cosas bien desde el inicio, no permitas que la flojera o el desánimo dicten tu camino.

Puedes sólo ver pasar la historia de los demás o puedes construir una gran historia para tu vida y lograr las mejores cosas.

Existe un proverbio del rey Salomón muy bueno al respecto que dice así: Ve a la hormiga, oh, perezoso; observa sus caminos y sé sabio. Ella no tiene jefe, ni comisario, ni gobernador, pero prepara su comida en el verano y guarda su sustento en el tiempo de la siega.

¿Crees tener problemas?, imagina ser hormiga, eso sí que es un problema, todo es más grande que tú, todo se percibe más pesado, sin importar que camino recorras, todos y cada uno de ellos serán difíciles de recorrer.

Sorprendentemente la hormiga no sólo recorre cualquier camino, sino que además lo recorre tantas veces sea necesario; algunas lo hacen para vigilar, otras para construir, otras más para llevar alimento a las colonias.

Son insectos sorprendentes que nos enseñan de la mejor manera que no importa que tan grande se vea o que tan lejana sea la distancia, o cuantos obstáculos debas sortear para llegar, si haces lo necesario cada día llegarás.

Ahora, pero no se trata sólo de flojera, a Josué se le piden dos cosas claramente.

La primera “esfuérzate”, esta ya es de por sí una palabra fuerte; la palabra esforzar significa “poner ahínco”, esta se encuentra formada por el prefijo “es” que significa ex, hacia afuera, colocada sobre el verbo forzar, que a su vez deriva del latín ‘fortis’, que es fuerte.

Para entender esta palabra hay que remontarse a su etimología en que se señala que proviene de fuerzo, por lo que esforzarse vendría a ser la fuerza física o mental, que una persona enfoca en realizar una actividad física o intelectual, con la necesidad de alcanzar el fin que se espera lograr.

Pero esta palabra también hace referencia a la lucha que tiene una persona para lograr obtener a través de su trabajo el sustento económico necesario para poder dar lo que su familia o las personas que dependen de esta, necesitan para tener una vida cómoda.

Esforzarse, por ende, se refiere al hecho de entregar siempre lo mejor de uno mismo, sin escatimar en la lucha que se tenga en las acciones que se están realizando.

Esforzarse implica, entonces, una acción constante; ahora, pero Dios mandó a Josué que hiciera una segunda cosa “esfuérzate y se valiente”, y era en ese orden precisamente que tenía que suceder.

No me esfuerzo por ser valiente, sino que me esfuerzo, y es el anhelo por alcanzar mis metas, el profundo deseo de mi corazón por lograr cada uno de mis objetivos, que me hacen cobrar valor y proseguir sin mesura, sabiendo que lo que bien aprendí de mis padres, de mis maestros, de mis amigos, de mi familia, de la vida misma y por su puesto de Dios, dejarán que vea cumplidas mis esperanzas, cumplido mi destino y llegado a mi meta.

Se valiente, no temas ni desmayes porque el señor, tu Dios, estará contigo a donde quiera que vayas. Que importante saber que no estás solo, que siempre llevarás contigo buena compañía.

Quiero aportarles esto, esfuerzo y valentía son dos valores primarios muy importantes; valores que representan fe por la vida, amor por todos y por todo, tenacidad, bravura, esperanza y convicción.

Le debemos a este mundo el ser mejores, a nuestros hijos, a nuestros empleados, a nuestros jefes, a nuestros maestros, a nuestros semejantes, a nuestra sociedad.

Sólo “esfuérzate y se valiente” camina tan solo unos pasos más y encontrarás el puente para cruzar, sube un poco más y llegarás a la cima y, una vez que llegues por lo menos echa un vistazo desde arriba, observa la tu vida y lo que has podido lograr.

Puedes compartir tus sueños con muchos, pero al final solo llegarás si verdaderamente estas dispuesto a luchar y vencer todos los obstáculos que se presenten en tu camino.

Si estableces los valores correctos en tu vida, aunque en ocasiones parezca imposible de lograr, llegarás.

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