Académica UAEMéx apasionada por la arqueología desde su infancia
De la mano de “La Lupe”, como hasta ahora, la pequeña Rosa fue testigo de la llegada del enorme Tláloc de San Miguel Coatlinchán a su actual emplazamiento en Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Entonces tenía 10 años y hoy, 60 años después, recuerda la lluvia torrencial de aquel lejano día de abril de 1964 y el ambiente de fiesta que significó la llegada del enorme monolito al Museo Nacional de Antropología, a cuya inauguración tuvo oportunidad de asistir unos meses después y donde conoció al entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos.
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Estuvimos en la glorieta donde estaba la fuente de la Diana Cazadora, frente a la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec. Todo Paseo de la Reforma lucía lleno de gente. Yo nunca había visto una escultura prehispánica tan monumental, rememoró la arqueóloga Rosa Guadalupe de la Peña Virchez, académica del Centro Universitario Tenancingo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx).
Luego, abundó, la inauguración del Museo Nacional de Antropología fue espectacular. “Había mucha gente y con mi madre y mis hermanos entramos muchas horas después de haber llegado. Nunca voy a olvidar el momento en que prendieron la fuente del Museo. Todos quedamos impactados. Me enamoré del lugar, me parecía increíble. Además, ahí vi por primera vez al presidente López Mateos, que era un hombre impresionante, totalmente fuera de serie, guapo”.
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