Al fin te veo
*Aarón Dávila*
Dos personas que se miran a los ojos, no ven sus ojos sino sus miradas. (Robert Bresson)
El día de ayer justamente, mi marida me hizo un comentario que me pareció de los más interesante, claro está, que, de inmediato le comenté la posibilidad de que, en esta ocasión, utilizará su reflexión para compartirla, a lo cual respondió con mucho agrado, ¡lo sabía!
Esta es la reflexión de mi marida: -He notado que a consecuencia de la pandemia, hemos tenido la necesidad de vernos más a los ojos unos a otros, cosa que habíamos dejado de hacer anteriormente. –
Qué interesante ¿no le parece? A consecuencia de la pandemia los seres humanos nos hemos visto en la necesidad de vernos nuevamente a los ojos, algo que posiblemente antes de la pandemia, habíamos dejado de hacer.
Dicen que los ojos son la ventana del alma. A través de los ojos es posible ver tantas cosas: intenciones, anhelos, amor, repudio, temor, recuerdos, ilusiones, motivos, acuerdos y desacuerdos.
¡Que impresionante! Cuanto podemos encontrar en una sola mirada, imaginen cuando, además, esta es con atención e interés por encontrar las cosas que habíamos dejado de ver.
Es por esto que, el rey Salomón aconsejaba lo siguiente: “Miren tus ojos hacia adelante, y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti.”
Que tus ojos miren hacia delante no hacía atrás, que busquen tus ojos lo que esta delante y fijen la mirada; encuentra lo que está frente a ti, lo que causará expectativa y propósito en tu vida. Encontrar también que delante nuestro hay más miradas esperando ser vistas, esperando develar sus profundos deseos y necesidades, comunicarse de verdad.
Al tener que cubrir parte de nuestro rostro con los cubrebocas, los ojos quedan expuestos, es entonces donde la mirada encuentra la posibilidad de recuperar terreno, resurge con la plena intención de comunicar y dejar ver, lo que hacía un tiempo no le era posible.
La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Esa es la razón por la cual la mirada que constituye la esencia de la vida, es en primera instancia, un rechazo. (Amélie Nothomb)
Cuando miramos a alguien o a algo, elegimos mirar hacia eso en concreto, rechazando aquello que nos rodea.
La cara es el espejo del alma, y los ojos confiesan en silencio los secretos del corazón. (San Jerónimo)
Con nuestra mirada podemos decir todo aquello que con las palabras no podemos.
Todo aquello que hemos dejado de decir.
Podemos ubicar nuestra mirada en cualquier cosa y el apóstol Pablo, nos recomienda hacerlo hacía quien puede recompensar esa mirada con algo más, la fe: Puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.
Mire usted; lo que la falta de tiempo, el exceso de preocupaciones, las muchas actividades y pretensiones, nos habían robado, el interés por vernos a los ojos y comunicarnos verdaderamente, la pandemia sin pensarlo, lo está regresando.
Aprovechemos este tiempo, para vernos nuevamente a los ojos y encontrar en cada mirada, lo que habíamos dejado de ver, la verdadera esencia de la vida.
Dile a tu esposa o esposo, a tu hijo o hija, a tu amigo o amiga: Te veo, al fin te veo y permite que, al decirlo, todo el amor de Dios lleve en tu mirada esperanza y expectativa de fe en Él.