AMLO con Reforma Judicial; pueblo sin justicia
La reforma al Poder Judicial que pretende llevar a cabo en el mes de septiembre el presidente, Andrés Manuel López Obrador, cuando tenga mayoría calificada en el Congreso de la Unión, tiene como finalidad acotar a los magistrados y jueces, pero no tiene ninguna señal de querer mejorar la justicia para La Mayoría Silenciosa, por lo tanto, pierde toda validez y se entiende como un asunto de venganza política contra los magistrados.
Las encuestas llevadas a cabo y los foros que se realizarán son una simulación para validar una decisión que ya tomó el presidente, López Obrador; los números no mienten, preguntaron a 3 mil personas de 140 millones que habitan el país y la mayor parte los encuestados desconoce en qué consiste la reforma al Poder Judicial; hacer un ejercicio demoscópico sin dar la información correcta es una simulación total. De los foros que se va a realizar, ya dejaron en claro que no son para debatir el mejor modelo de reforma, son para dar voz a los opositores y, de esta manera, legitimar su reforma.
Entre los puntos que maneja la reforma se encuentran, elegir magistrados en las urnas, acabar con la corrupción, bajar de 15 a 12 años el periodo en funciones de los magistrados, eliminar las salas superiores, bajar salario de magistrados y jueces, y dar de plazo un año para resolver juicios; además se busca la creación de un tribunal disciplinario que vigile, investigue y sancione la corrupción de jueces ministros y magistrado.
De los puntos anteriores ninguno ayuda a mejorar la justicia que tanto se anhela en México y, para acabar con la corrupción, no se necesita una reforma que acota el actuar de los magistrados, solo voluntad para investigar el enriquecimiento ilícito de los integrantes, no solo de ese poder, sino de todos los poderes; no importa que se llenen las cárceles de México.
Es un secreto a voces que las cárceles están llenas de pobres que no tienen para pagar su libertad, porque en nuestro país la justicia es un tema de dinero, por ello, disfrazar una venganza de reforma es innecesario. La Mayoría Silenciosa quiere justicia, que se termine la impunidad, llegar a una Fiscalía y que haya buenos equipos de cómputo, con personal preparado para escribir con más de dos dedos, investigadores capacitados, estadísticas para conocer los delitos y resultados a fondo, pero sobre todo, resultados. Esto sin omitir que muchas veces los problemas comienzan con los elementos de la policía municipal que no tiene la preparación necesaria.
La Mayoría Silenciosa no está preparada para elegir a los magistrados, de hecho no hemos aprendido a elegir a los titulares del Poder Ejecutivo, ni en la presidencia, ni en el Poder Legislativo, ni en una presidencia municipal y; los políticos se han aprovechado de eso, no han acotado, se han corrompido y se han enriquecido.
Otro problema que muchos analistas han exhibido, es la sospecha, muy fundada, de la posible intromisión de los grupos delictivos en la elección de jueces y magistrados, a quienes ya hostigan, amenazan y corrompen, ya sea por las buenas o por las malas. Situación donde el Poder Ejecutivo juega un papel muy relevante al no terminar con la inseguridad, evidenciando su incapacidad para resolver el problema.
El tema central es la venganza, no se entiende de otra forma, porque el poder conferido con la reforma, ya no servirá al hoy presidente López Obrador, sino a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. Protegerse tampoco es una opción, desde los debates, Sheinbaum dejó en claro que no investigará la fortuna de los hijos del presidente, pese a las pruebas, los audios y más sospechas del tráfico de influencias que se han dado a conocer durante el gobierno de Obrador.
Así las cosas, los políticos, mínimo, deben aprender a diferenciar entre necesidad y oportunidad, ellos toman sus oportunidades, pero La Mayoría Silenciosa tiene necesidades.
*PRD EdoMéx sobre los escombros de la izquierda*
El Partido de la Revolución Democrática del Estado de México, iniciará en breve el camino para convertirse en partido político estatal, su reconstrucción será sobre los escombros de lo que fue la última izquierda mexicana, pero sus cimientos no serán tan sólidos como aquellos intelectuales y políticos que la fundaron, Omar Ortega y Héctor Bautista no se parecen en nada a Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas; lo más que se puede esperar es que tengan franquicia para realizar su jubilación de la política, porque Bautista ya dio lo que tenía que dar y Ortega no tiene ni talento ni capital político para aportar en otro partido.
El camino del PRD tiene varias aristas, entre ellas, la falta de líderes con capacidad electoral para una elección, si bien gracias a sus alianzas del 2 de junio tiene el 4 por ciento, enfrentar una elección solo con Abel Vilchis de Tenango, Arturo Piña de Villa de Allende y Ramón Montalvo de Valle de Chalco, sería un suicidio; porque el sol azteca nada más obtuvo el triunfo en un municipio, Ayapango. Y todavía le falta la última desbandada, para saber con qué se queda para iniciar su reconstrucción, al parecer muchos huyen del verdadero líder estatal, Omar Ortega. Veremos cómo les va en el camino al 2027.