El fin de la hegemonía empresarial
*Raúl Río Valle*
1.- La oligarquía neoliberal llegó dividida a la contienda electoral de 2018, arrastrando un proyecto económico ineficaz, que durante 36 años mantuvo al país en el estancamiento económico y lo arrastró a la decadencia política y social. Solamente los 16 hombres más ricos de México, los que aparecen en la Revista Forbes entre los más ricos del mundo, fueron beneficiados a niveles inimaginables, a través del control que ejercieron sobre políticos del PRIAN, y a través de ellos, del Gobierno Federal, Estatal y Municipales.
2.- El traumático rompimiento que los empresarios norteños tuvieron con el PRI, al momento en que José López Portillo anunció la nacionalización de la banca, el 1 de septiembre de 1982, los llevó a dejar la tutela oficialista y entrar a la arena política a través del PAN, del cual se adueñaron, y en los años 80’s del siglo pasado se popularizaron como los bárbaros del norte. Entre 1983 y 1987 le disputaron al PRI amplios territorios estatales y municipales del norte del país.
3.- La revuelta empresarial, iniciada en 1982, fue encabezada por el entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial, el sinaloense Manuel J. Clouthier, que en octubre de 1986 contendió como candidato a gobernador de Sinaloa por el PAN, en contra del priísta Francisco Labastida Ochoa. El empresario-político sinaloense del PAN fue derrotado por el político-tecnócrata del PRI, por medio de un gigantesco fraude electoral. Entre 1983 y 1987 el panismo de los Bárbaros del Norte logró plantarse en amplios territorios norteños.
4.- Para 1987, los empresarios convertidos al panismo se dispusieron a disputar la presidencia de la República y pusieron al frente al mismo Clouthier, conocido ya popularmente como Maquio. Pensaban poder rebasar al priísmo por el derecho en la disputa por el control del Gobierno Federal, para impulsar su propia política conservadora y neoliberal. Ciertamente, el Maquio tenía amplias expectativas de competencia ante el partido oficial, hasta que apareció Cuauhtémoc Cárdenas, con otra ruptura al interior del PRI, que, impulsando una amplia alianza de centro-izquierda, logró aglutinarla en el Frente Democrático Nacional.
5.- Así, para 1988, lo que se percibía inicialmente como una confrontación entre el PRI y el PAN, se tornó en un enfrentamiento entre tres fuerzas. Y durante la campaña, Cuauhtémoc Cárdenas irrumpió con fuerza y logró capitalizar un gran movimiento cívico popular a su favor, que derrotó ampliamente al PRI y al PAN. La noche del 6 de julio de 1988, cuando el sistema electoral se cayó y el sistema político calló, Cárdenas, El Maquio y Rosario Ibarra, los tres contendientes del oficialista Carlos Salinas de Gortari, realizaron un intento efímero por detener el fraude electoral. No lo lograron, y ahí se rompió la posibilidad de transitar a la democracia en sintonía mundial. Pues, a pesar de que se generó una amplia movilización en contra del fraude, en los hechos, el PAN se fue alejando de ella, ante el espanto que causaba entre los empresarios panistas que un “populista” como Cárdenas llegará al poder.
6.- Tal espanto de la derecha empresarial panista les hizo aceptar el acercamiento político que les planteó Salinas de Gortari. Y les llevó a aceptar el pacto político hecho por el candidato del PRI, poniendo cinco condiciones: uno, reforma política que sacara al gobierno de la organización electoral que dio origen al IFE; dos, apertura de la economía mexicana al extranjero, que culminó en el TLC; tres, privatización del ejido, que se concretó con la modificación constitucional al artículo 27; cuatro, reconocimiento político a la alta jerarquía de la Iglesia Católica, que se realizó modificando el artículo 130 de la Constitución; quinto, y la nacionalización de la banca. Estos cinco puntos fusionaron en un solo proyecto económico y político al naciente PRIAN. Y su programa lo fueron ampliando.
7.- Ese es el origen del pacto de cogobierno del PRI y el PAN, que ya lleva 30 años, y que ahora en 2018 se está cayendo a pedazos. Fueron juntos en el aquelarre privatizador salinista, enfrentaron amarrados el levantamiento zapatista, el triunfo de Ernesto Zedillo y los “errores de diciembre” de 1994. Hicieron causa común en la crisis de 1995-96. Juntos aprobaron el FOBRAPOA para rescatar los fracasos de los empresarios a los que Salinas les regaló, en venta de garaje, las empresas privatizadas, convirtiendo las deudas privadas en públicas, en lo que fue el más grande robo de la historia, pero faltaba que llegaran Fox, Calderón y Peña, para superar el récord.
8.- Juntos los políticos-empresarios del PRI y los empresarios-políticos del PAN ayudaron a resolver los pleitos priístas que enfrentaron a zedillistas y salinistas, propiciando la “alternancia” de gobierno con Vicente Fox, que desde el inicio de su gobierno dejo claro que el suyo sería “un gobierno de empresarios y para empresarios”. Y que en su primer viaje por Europa andaba presumiendo: “Venimos a hacer negocios”. Unidos y enlazados de los brazos panistas y priístas, ya en sabido y popular amasiato, impusieron a Felipe Calderón, “haiga sido como haiga sido”, para seguir saqueando al país. Y en clímax político de las derechas compraron la presidencia para Enrique Peña e impulsaron el tripartita (PRIANRD), Pacto por México, para imponer las reformas estructurales que les faltaban a los extasiados neoliberales.
9.- El mismo Ernesto Zedillo dijo que, ni en sus más profundos sueños húmedos, hubiera pensado en ver hecha realidad la privatización de Pemex y de la CFE. Y cuando en el paroxismo total los neoliberales del PRIANRD esperaban que todo mundo les aplaudiera, resulta que les explotó una crisis multifactorial que demostró que cuando más fuertes parecían, en realidad más débiles estaban. El agravio acumulado, el saqueo interminable y el despojo sin medida, que durante 36 años seguidos se realizó, fue detenido con una sola palabra: ¡Basta!
10.- Primero fue, en 2014, el repudio total a Peña por simbolizar el modelo del corrupto político-empresario, después el rechazo total a la política y a los políticos corruptos y a su instrumento fundamental, los partidos políticos. En 2015 se cayó el PRD, en 2016 el PRI y en 2017 y en lo que va del 2018 el PAN. Los extasiados neoliberales perdieron el CONSENSO; es decir, el consentimiento de los gobernados, dando paso, a lo que Antonio Gramsci llama una crisis orgánica, que se da cuando el bloque político dominante ya no puede seguir empujando hacia adelante su proyecto político y económico, e incluso sus “intelectuales orgánicos” ya no pueden dar cohesión y orientación al conjunto de las ideas dominantes entre los subalternos. Es entonces, cuando esas ideas se presentan como “anacrónicas”, “anticuadas”, “inservibles”. En ese momento es cuando el bloque dominante entra en una crisis de hegemonía; es decir, que pierde conducción, la orientación política del proyecto. Dice Gramsci que una crisis de hegemonía es una “crisis de autoridad”, es una ruptura entre representantes y representados. Es el momento es que se puede y se debe construir una nueva hegemonía, o sea un nuevo bloque dominante, que le dé dirección y conducción a un nuevo proyecto político, económico e ideológico. Es el momento en que lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir.
11.- Pues bien, ante el inmenso rechazo a Peña y los políticos, primero, y ante el agotamiento del sistema de partidos, después, y el no crecimiento de los candidatos de la bicéfala derecha mexicana y su imperturbable lucha por ganar el segundo lugar sin avanzar significativamente, y ver en riesgo inminente la desaparición del proyecto empresarial neoliberal, decidieron lanzarse directamente al ruedo en defensa del proyecto, que durante 36 largos años les ha dado todo a cambio de no entregar nada. Quitaron a Margarita y no pasó nada, presionaron a Peña dos veces para que bajara a Meade y no pudieron, intensificaron una nueva versión de la guerra sucia y tuvo efecto bumerang, enviaron al sicario de la pluma Ricardo Alemán y las redes sociales lo acabaron, empujaron a Anaya para acercarlo en las encuestas a AMLO y fracasaron, presionaron a sus empleados para no votar por AMLO logrando reafirmarlo y empujándolo más arriba.
12.- Ya probaron todo lo que les había funcionado y fracasaron. La conjura empresarial de los últimos dos meses se fue al abismo. No entienden que simplemente perdieron el consenso, que está en marcha un gran proceso de reorganización social y de transformación económica, política, social y cultural. O tal vez ya entendieron que, por ahora, los vientos soplan en su contra y por ello decidieron tirar la toalla para no ser derrotados en el campo de batalla y salvar lo que se pueda salvar. La reciente entrevista de AMLO con los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios así se entiende. El tiempo de los empresarios-políticos y los políticos-empresarios ha llegado a su fin.
13.- El ciclo neoliberal mexicano, ahora sí, ha concluido. AMLO llegará a la presidencia de la República al frente de un amplio movimiento político y social plural y multiclasista, habiendo construido una alianza de amplio espectro que va de la ultraderecha a la izquierda. Llegará en un momento nacional e internacional mucho más favorable que en 2006. Cuando en el país se vive un fin de régimen político y en el mundo se observa un cambio de época. Todo ello genera mejores condiciones para impulsar las profundas transformaciones económicas, políticas y sociales que saquen a México del estancamiento y la decadencia provocada por el salinismo neoliberal. El fin de la hegemonía neoliberal empresarial implica la construcción de un nuevo bloque político hegemónico y la construcción de un nuevo proyecto nacional, que incluya a todas las clases y grupos sociales. Vislumbrar el carácter, alcance y dimensión de ese nuevo proyecto es ahora tarea urgente.