En Navidad…
*Aarón Dávila*
Navidad, tiempo de paz, de remanso y alegría, aunque para muchos otros de tristeza, soledad y melancolía. La época de navidad, festejos y encuentros a la par, magia que sin serlo nos hace buscar en cada rincón del corazón, mejores momentos, y cálidos encuentros.
Más blanca que la nieve, la navidad representa el advenimiento de la esperanza, del amor y la verdadera paz; el nacimiento de Jesús, acto sublime de amor, amor de Dios para la humanidad: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
De manera que, para que el festejo sea verdadero y trascienda más allá de los aparadores y la cena y realmente traspase cada abrazo y apretón de mano, es necesario tener claro el motivo y el origen de la navidad: “…que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.”
El anuncio de los ángeles a los pastores fue claro, nació un Salvador… Probablemente algunos se pregunten ¿y por qué necesariamente un Salvador? ¿Por qué no un santa Claus o un líder político? la respuesta es clara, la humanidad necesitaba ser libre y alcanzar la paz, lo que únicamente el amor perfecto de Dios mediante su hijo Jesucristo lograría.
Permítanme explicar mi punto: ciertos asuntos en la vida, encuentran la interrogante y la respuesta en el mismo acto, cómo por ejemplo; plantearse objetivos o metas de vida. Si me esfuerzo por llegar y trabajo dedicadamente por alcanzar mis sueños entonces llegaré.
Enfáticamente, la disciplina, los buenos hábitos y el esfuerzo diario, cumplirán tarde o temprano su propósito, pero hablando del corazón del ser humano, del perdón, del equilibrio, de la oportunidad de encontrar verdaderamente la paz, entonces topamos los límites de lo palpable y lo sustancial.
Más Dios mismo comprendiendo la necesidad de perdón, restitución y vida de los seres humanos, se despojó de lo más valioso, de su hijo Jesucristo, para otorgarnos la posibilidad de experimentar el perdón verdadero y el amor perfecto del Padre.
En navidad, más allá del festejo, del glamour, de la rica cena que muchos tendrán existe un motivo para celebrar: Nació Jesús, el Cristo, el unigénito hijo de Dios, quién vino al mundo para darnos vida y vida en abundancia, paz y verdadero amor, amor que no se agota y por el contrario se renueva día con día.
Que esta navidad sea pues, tal cual cómo los ángeles dijeron: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Que este tiempo además del festejo que siempre se agradece, auténticamente encontremos la paz que sólo Dios puede darnos en familia y con gran regocijo por la salud y la vida que podemos gozar y quién ahora mismo no puede gozar de esa salud, reciba consuelo y amor del Señor, así como esperanza para ver días mejores.
¡Feliz navidad!