jueves, diciembre 12, 2024
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In Procure: El valor de la salud

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

En cierta ocasión un joven me pregunto lo siguiente: – ¿Cómo nos damos cuenta del momento en que hemos llegado a ser viejos? – a lo cual le respondí con lo siguiente:

Mira, además del asunto cronológico, te das cuenta del paso y efecto del tiempo en al menos dos cosas, en primer lugar, cuando al subir una escalera necesitas más de un minuto para reponerte y, en segundo lugar, cuando en una charla de café ocupas más de dos minutos en contarle a los demás, acerca de la cantidad de medicamentos que ingieres diariamente y el número de malestares que te aquejan día a día.

Cuando hablamos de salud, sin embargo, debemos hablar no tan sólo de la física, sino en un aspecto integral debemos hablar del sentido amplio de la expresión, salud mental, económica, social, familiar, laboral, medica; etc.

Es por esto por lo que, al hablar de salud, entendemos que, la salud puede y debe considerarse como valor, además claro de un derecho.

El valor de la salud establece en principio, la necesidad de conocer, ejercer y compartir sus principios, en lo personal, en lo familiar y en el ámbito social.

Un valor que no se procura, es como un vaso con agua fresca en un pedestal con un letrero prohibiendo su consumo, en un día muy caluroso.

Los valores en general son un regalo para la humanidad y hablando de la salud, tratamos con un valor superior.

La salud entendida como ausencia de enfermedad y como resultado de un equilibrio biológico, mental y social ha alcanzado el rango de derecho fundamental de las personas. Esta noción integral de la salud se vincula con una noción también integral de la persona y hay que concretarla en el desarrollo de dimensiones racionales, emocionales y conductuales que permitan un equilibrio de sus necesidades con los recursos del sistema de salud disponibles.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que es la autoridad directiva y coordinadora de la acción sanitaria en el sistema de las Naciones Unidas, en su Constitución dice:

‘El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social’.

Juan el evangelista, hablando del valor que nos ocupa dijo: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Note de qué manera Juan el evangelista, liga tres asuntos de forma maravillosa: La plenitud, la salud y la prosperidad del alma.

La plenitud como el verdadero éxito de los seres humanos, la salud, que en su cuidado integral genera paz y equilibrio y un estado enriquecido del alma, estado que genera en todo y siempre el conocimiento de la verdad.

Mahatma Gandhi dijo que: “La salud es la riqueza real y no piezas de oro y plata”.

Buda cerro esta idea diciendo que: “Sin salud la vida no es vida; es solo un estado de languidez y sufrimiento – una imagen de la muerte.”

Gozar de buena salud en cada aspecto de nuestra vida, está lejos de las apariencias, este es un valor primario, de tiempo completo y de amplio espectro.

“El mayor regalo que le puedes dar a tu familia y al mundo es un tú saludable.” Joyce Meyer.

Un corazón libre de rencores y amarguras, una mente ávida de conocimiento limpia de malos pensamientos, una actitud triunfante ante la vida, amor y equilibrio, familia y amigos, todo enriquecido por un estado de salud integral. Dios delante en cumplimiento de su promesa de vida abundante.

El término in procure se traduce como: la capacidad de tomar posesión de algo o, hacer tuyo algo.

Tomemos posesión de este valor fabuloso, el valor de la salud y que cada parte de nosotros viva saludable cada día y por muchos de ellos.

Cuidar nuestra salud, extiende un beneficio en consecuencia a todos los que nos rodean; por tanto, en estos tiempos pandémicos, cuando la salud de los seres humanos se ve socavada por un virus capaz de llevarte hasta la muerte, la opción se convierte en obligación y en súplica: ¡Cuidemos nuestra salud!

Por el bien propio y el de todos aquellos alrededor de nosotros.

Este tiempo de crisis pasará, pero la esperanza es que pase con el menor rastro de daño posible y que, de manera especial, nos deje un gran aprendizaje, que finalmente la crisis es eso, la oportunidad de corregir el rumbo de nuestras vidas con el deseo de vivir en paz, con salud y vidas plenas y en unidad.

Que Dios les bendiga.

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