viernes, noviembre 22, 2024
Opinión

La trascendencia de nuestra vida

*Aarón Dávila*

Foto: Ilustrativa.

Mi madre padeció cáncer durante al menos 18 años. Recuerdo algo que me impactaba de ella; cada día por las tardes iba a verla y a pesar de su enfermedad, de su dolor físico y de todo aquello que padecía, siempre se daba tiempo para escuchar lo que tuviera que decir, para ella era importante escucharme y para mí era un deleite que lo hiciera.

Han pasado los años y meditando en ello, resolví que lo que ella hacía, no era tan sólo un acto de amor de madre, evidentemente es lo primero que pensé, pero al final comprendí que iba mucho más allá, naturalmente me amaba con un amor único, pero lo que ella hacía con aquellas largas platicas, era comprender el estado de mi vida, al tiempo que aprovechaba para transmitirme las más ricas experiencias de la suya, todo lo aprendido en el camino, tantas experiencias acumuladas, posicionaba su corazón en el mío, lo que ella hacía con aquellas platicas era trascender su vida en mí.

¡Que maravilloso! Esa experiencia me permitió comprender que nuestra vida por mucho o por poco, cumple un propósito universal. Nos debemos no tan sólo a nuestros motivos, sino que tenemos la oportunidad de llegar más allá del presente que vivimos.

La palabra trascender, se define de tres formas muy interesantes, la primera definición de trascender, en el diccionario de la real academia de la lengua española, es exhalar olor tan vivo y subido, que penetra y se extiende a gran distancia. Otro significado de trascender en el diccionario es dicho de algo que estaba oculto: empezar a ser conocido o sabido. Trascender es también dicho de los efectos de algunas cosas: extenderse o comunicarse a otras, produciendo consecuencias.

Ahora, de acuerdo con estas tres definiciones, pensemos qué es lo que diferencia al hombre corriente de una persona “que trasciende”. Pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y dejar un legado a través de sus acciones, trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad.

No es necesario ser iluminados espirituales para trascender. Una persona que ayuda a otra cuando la ve en apuros, ya está trascendiendo, cuando se realiza un voluntariado, se está trascendiendo, una persona que escucha a otra contarle sus problemas con verdadero interés y da consejos para aliviarla, trasciende, y así en todos los actos de bondad que los humanos realizamos a diario.

También una forma de transcender, aunque no lo creamos, es el mero hecho de conversar con la gente. Hoy en día apenas conversamos con nuestros conocidos, vecinos, familiares, siempre vamos enganchados a los móviles o a internet, pero esas conversaciones no son verdaderas en el sentido “espiritual” de la palabra. Hemos perdido el contacto humano que hace que la conversación sea un placer y una forma de intercambiar energías e ideas, que poco a poco tiende a desaparecer.

El tiempo que como padres invertimos para conversar con nuestros hijos, por ejemplo, sembrara en ellos seguridad, buenos recuerdos y los mejores tesoros en su corazón, mismos que el día de mañana cuando enfrenten situaciones difíciles, serán lo que les impulse a salir adelante.

Un sinónimo de trascender es emanar, lo que me hace pensar en aquel proverbio del Rey Salomón donde decía, “Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista, guárdalas en lo más profundo de tu corazón; ellas son vida para quienes las hallan, son la medicina para todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él emana la vida.”

Cuando conversamos con las personas que amamos, vertimos en ellos experiencia y conocimiento. Es por lo que, debemos cuidar que nuestras palabras y nuestras acciones no luchen entre sí; la congruencia de nuestra vida es un gran legado y es uno que nuestros hijos, nuestros cónyuges, nuestros amigos apreciarán y recordarán toda la vida.

Todo lo que hacemos, para bien o para mal, trascenderá nuestra vida, aprovechemos bien nuestro tiempo, todo momento, teniendo claro que, actuando con verdad y justicia, con prudencia y buen juicio y sobre todas las cosas con un amor no fingido, nuestras palabras y nuestras acciones, siempre serán nuestro mejor legado.

Muchas gracias.

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