Para conciliar el sueño
*Aarón Dávila*
¿Otra noche sin dormir? Vaya, en ocasiones lograr conciliar el sueño es un verdadero dilema, probamos una posición y luego otra, un lado del colchón y luego el otro y nada, encendemos la televisión, la apagamos y absolutamente nada parece funcionar.
No dormir ocasiona severos problemas en nuestro estado anímico, inicialmente después y si esto se vuelve crónico los problemas pasarán a un nivel clínico.
Pero, el verdadero problema no es conciliar el sueño, es más bien, exactamente, ese el asunto a tratar, ¿qué es lo que en realidad no nos permite alcanzar el nivel de descanso optimo al dormir?
Lograr dormir es el primer paso, rebasar el nivel de pre-sueño, o lo que solemos llamar dormitar, será el siguiente.
Permítanme compartir mi experiencia en este asunto, deseando les sea de gran ayuda. Con cierta frecuencia durante algún tiempo en lo personal experimente una gran dificultad para dormir.
Soy el tipo de persona, y probablemente como muchos otros, con una gran cantidad de asuntos en la cabeza todo el tiempo, los hijos, el trabajo, la esposa, los proyectos nuevos y viejos, en fin; el día a día acumula cantidad de asuntos sin concluir y, como suele suceder con las computadoras, los datos que no se resuelven correctamente van dejando espacios vacíos, que al no turnar un orden o una ubicación especifica llegado el momento genera un caos en el sistema entero.
Es decir, los asuntos sin resolver o en vía de serlo causan tal expectativa en nuestro inconsciente que se convierten en ansiedad y ésta en temor o incertidumbre.
Son precisamente estos asuntos sin resolver los que en la mayoría de los casos nos inquietan, a tal grado que no nos permiten generar la paz necesaria para lograr el descanso que requerimos cada día.
Ahora, evidentemente en muchos casos la culpa será no solo de esos asuntos sin resolver, solemos también, sin recapacitar en ello, pasar un largo rato antes de dormir, leyendo y revisando los mensajes y acontecimientos en las redes sociales, fotos, chismes, noticias, comentarios, en fin, todo lo que ese mar de datos pueda verter en nuestra mente.
Por supuesto que cuando al fin intentamos dormi, todo lo que se cargó en nuestro centro de datos (mente) seguirá procesando información y el problema es que no todo lo que recibimos es positivo, edificante o agradable; de manera entonces que todo ello sin darnos cuenta provocará un embotellamiento extremo en nuestra actividad inconsciente.
Recuerdo que una noche mi esposa me despertó preocupada a cierta hora de la noche, comencé a respirar agitadamente y a discutir dormido con alguien, al despertar escuché que mi esposa no entendía lo que sucedía y preocupado le expresé mi falta de paz sobre un asunto que tenía sin resolver y no encontraba una solución inmediata.
Finalmente, después de hablar con mi ella se durmió nuevamente y yo me quedé reflexionando en lo siguiente: Saulo de Tarso (apóstol Pablo) decía: “Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones.”.
Jesucristo dijo: “Así que no te afanes por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”.
Mire usted, cada día tiene un inicio y un final, no importa cuanto más queramos resolver, al finalizar el día no habrá más que esperar la llegada del siguiente para continuar.
Mi papá suele decir que “esto no se acaba, hasta que se acaba.”; todo absolutamente todo tiene una solución, la angustia, la desesperación, el temor, la incertidumbre, no suelen ser la respuesta para nada, es más bien como querer avanzar con el freno de mano puesto.
Para descansar verdaderamente y lograr no sólo conciliar el sueño, sino verdaderamente dormir, lo que precisamos es tener paz interior; la paz produce esperanza y es ni más ni menos que la acción de la fe.
Yo recomiendo en las noches una buena charla en familia, una rica cena, un buen libro y lo más importante, para dormir, no pierdas tu tiempo contando ovejas, mejor habla directo con el señor del rebaño.
Recuerdo una oración allá en el libro de los Salmos que aprendí de niño. “En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque sólo tu señor me haces vivir confiado.”. Felices sueños.