Siguen vivas las voces de los sismos en el EdoMéx
*Melchor García*
Silencio, desolación, dolor, tristeza e impotencia son los sentimientos que evoca Jesús Flores Tapia, rescatista y especialista en Protección Civil, quien participara en las acciones de rescate que derivaron del terremoto del 1985 y los sismos del 19 de septiembre pasado.
En el marco de lo que será el primer aniversario en el que ambas tragedias se mezclarán, el especialista remarca que lo positivo de desastres, como los que vivimos, es que sacan a flote lo mejor de nuestra condición de seres humanos para ayudar al hermano caído, pero también mostrando nuestros fallos como sociedad en una cultura preventiva de protección civil y violaciones terribles en las normas de construcción de vivienda.
“Presencié como había edificios destruidos, viviendas, las calles levantadas del pavimento, mercados caídos y mucha gente corriendo para todos lados; el día siguiente al sismo, en la replica que hubo, en el día 20 estábamos en las labores de rescate cuando se vino este segundo movimiento y ahí empezamos a sentir la desolación total, la angustia de la gente, los gritos de las personas que trataban de salir, de alejarse de los edificios que estaban por caer o que ya habían caído.”, compartió.
Recuerda como derivado del sismo del 85 nace el Sistema Nacional de Protección Civil que implica el inicio de organización de toda la estructura de gobierno, junto a los ciudadanos, para estar en alerta ante este tipo de fenómenos, junto con la ley general de protección civil; sin embargo, reconoce que con el paso de los años las medidas fueron relajándose.
“Contra la naturaleza somos nada, la naturaleza va recobrar sus lugares si construyes en un lugar donde se inundaba, se va a volver a inundar seguramente, donde había agua va a volver agua, y esto es donde no ha cambiado la percepción de las personas siguen construyendo en zonas de riesgo, algunas autoridades dando permisos para construir en zonas de riesgo y esto es muy delicado, porque tarde que temprano va haber una consecuencia, y la consecuencia es la pérdida de la vida.”, aseveró.
Destaca como una de las claves, frente a la fuerza de la naturaleza, es alentar la cultura preventiva, principalmente en los niños, como uno de los sectores más vulnerables, y que este tipo de movimientos telúricos puede pasar en cualquier momento.
“Ese miedo yo creo que hay que convertirlo en algo positivo, que sea algo de preparación, de capacitación, de cultura y de una nueva forma de ver las cosas; no ver a la naturaleza como una enemiga, no lo es, nosotros somos los enemigos de la naturaleza.”, concluyó.