sábado, diciembre 21, 2024
Opinión

Solidaridad sin voluntad = Protagonismo y falsedad

Aarón Dávila.

Foto: Ilustrativa.

La solidaridad sin voluntad y amor se convierte en protagonismo y falsedad. México ha sufrido una vez más el dolor y la destrucción en carne propia. Los efectos de los desastres naturales que vivimos en días pasados, a lo largo y ancho del territorio nacional, aún no terminan, el dolor duele, cuando recibes el golpe y mientras tarde en sanar y en los días subsecuentes, enfrentaremos un dolor diferente, la claridad de los hechos tras lo ocurrido.

Cada pérdida humana se volverá un dolor único para nuestros compatriotas, (que sobre lo material, no hablamos, al fin y al cabo todo lo material se reconstruye o repone) junto a toda familia. Pérdidas irreparables, son dolores únicos e inigualables.

No podemos cerrar los ojos y simplemente no hacer nada, apoyemos, pero no sólo en los primeros días, porque este sufrimiento será prolongado para los que perdieron todo, hablando de lo material ahora. México, ha sabido ser solidario siempre y esta no será la excepción.

La solidaridad es un valor por excelencia que enarbola el estandarte de la humanidad, no tiene sexo, posición social, religión, creencia, género, o adhesión partidista; nos define como personas y como sociedad.

La solidaridad es un valor que nos enseña a dar, sin esperar nada a cambio, no busca lo suyo propio. Provoca reacciones inusitadas, de la mano de la valentía, del coraje y la osadía, arremete contra el terror y la destrucción.

El antivalor de solidaridad es el egoísmo, este se acompaña del individualismo y el protagonismo. El egoísmo se resiste a ver o no logra comprender la magnitud del desastre cuando este se presenta, no le gusta, ni siquiera intenta comprender el dolor de los que sufren, ni siquiera un ápice de bondad se asoma en su corazón.

El 19 de Septiembre, después del sismo, mi esposa y un servidor quedamos boquiabiertos al escuchar lo que el gerente de cierta empresa expresó a sus compañeros de trabajo, al ver y escuchar el alborotó que se originó por el temblor. –Tanto alboroto por un temblorcito- dijo –Con que poca agua se ahogan- ¿Cierto? ¿Falso? Increíblemente verdadero, no piense usted que exagero, dicen por ahí, que siempre hay un negro en el arroz; que asunto tan terrible y que vergüenza.

Ahora, el individualismo solamente busca lo suyo propio: ¿Cuál será para mí la recompensa? Dicen: ¡Por qué hacerlo si no quiero!, o que tal esta: pero si a mí no me paso nada… ¿Increíble no? Así es, aunque, cito ahora, un refrán que reza: “Si tengo que explicarlo, entonces no vale la pena hacerlo.”.

El Protagonismo por su cuenta es, cómo dicen coloquialmente… Poco más o menos. Este es un efecto que recién hemos visto en las redes sociales, tener la oportunidad de ayudar a los que a consecuencia del desastre sufren, es a mi parecer una honra personal.

Increíblemente, hubo quien se tomó selfis en los edificios derrumbados para mostrarles a todos que estuvo presente ayudando, como si eso le valiera un reconocimiento especial. Estar en todo caso, es un asunto personal. La única recompensa posible esperada, es en todo caso, la posibilidad misma de ayudar.

Ser el motivo por el que algún medicamento llegó, haber cruzado la ciudad o el estado tan solo por ayudar, esa es la mayor recompensa de todas, aplaudir a quienes pudieron ser rescatados con vida, llorar por los que no lo fueron.

Recuerdo ahora el momento en que socorristas y personal militar, junto con toda la gente que acudió para apoyar las labores de rescate, a uno de los puntos de la Ciudad de México, al terminar su labor de rescate entonaron a una voz el Himno Nacional; que momento tan impresionante, en lo personal, no pude contener las lágrimas.

Reconocemos el valor, las acciones y el corazón verdadero, de los hombres y mujeres, civiles y militares; que a pesar del frío, la lluvia, el riesgo, el cansancio, el hambre, el dolor y la tristeza, estuvieron presentes, en las labores de rescate y ayuda, de quién así lo requirió, con el único interés que hacerlo; con fuerza, coraje, entusiasmo, voluntad y sobre todas las cosas amor por su prójimo.

Jesucristo dijo:

» Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

» Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

» Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

» Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos serán tratados con misericordia.

» Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

» Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Cuando des, da con el corazón sin esperar recibir nada a cambio y entonces y sólo entonces, recibirás más, mucho más de lo hubieses podido desear.

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