Ulama, un juego ancestral
*Eréndira Zavala C*
Dentro de la gran riqueza cultural que México posee, se encuentra el juego de pelota, característico de Mesoamérica con una historia de 3500 años aproximadamente. Un ritual relacionado con el inframundo, el universo, la fertilidad, las ceremonias de guerra, los sacrificios humanos, entre otros; el equilibrio que se creaba a partir de ellos daba orden y estabilidad al mundo dual concebido en la época prehispánica, la vida y la muerte, el día y la noche, la luz y la oscuridad, el bien y el mal.
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Las canchas representaban el universo y el juego una representación de los cuerpos celestes; en algunos lugares como Xochicalco o Chichén Itzá, las canchas tenían un marcador de piedra con forma de anillo donde el paso de la pelota simbolizaba cuando la tierra se comía al sol (la noche, la oscuridad, la muerte) y era el final del juego y el sacrificio de los perdedores como ofrenda para que el sol renaciera al día siguiente.
Con la llegada de los españoles, el juego de pelota se fue perdiendo al ser prohibido por sus prácticas sangrientas, sobreviviendo en algunas áreas de México como en Michoacán y Guerrero donde se le llama “pelota purépecha o tarasca”, si se enciende la pelota le llaman “juego de pelota encendida”. En Oaxaca, con una manopla la “pelota mixteca” y el más conocido y practicado actualmente en Sinaloa, “Ulama”.
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