Valores sin fingimiento
*Aarón Dávila*
El bien común es una antigua noción filosófica que usada en el presente, busca expresar el bien que requieren las personas, en cuanto forman parte de una comunidad y el bien de la comunidad en cuanto esta se encuentra formada por personas.
“Ser hombre significa ser responsable. Implica sentirnos avergonzados al ver la pena que alguien no se merece. Implica sentirnos orgullosos por el triunfo de nuestros compañeros. Es, en cierta forma, saber que al colocar nuestra propia piedra, estamos contribuyendo a la construcción del mundo.”. —Antoine de SaintExupéry.
El entendimiento del bien común resuelve lo siguiente: No puede existir el deseo de generar un bien común sino entendemos la relevancia de éste y lo más importante, sino comprendemos que el origen del bien común está situado en la comprensión y práctica de los valores.
En términos generales podríamos enunciar cada uno de los valores, tanto individuales como sociales y descubrir que el ejercicio de ellos, recíprocamente causarán un bien tanto personal como común, lo importante será entonces, asumir el beneficio de practicarlos y vivirlos día con día.
Ahora bien, cada uno de los valores son formativos; suman, jamás restan. Añaden en forma proactiva riqueza a nuestra vida y le dan un atractivo especial al llenarla de valores, además hablamos de valores que se deben ejercer diariamente y sin fingimiento alguno, es decir; como algo inherente a nuestra propia personalidad.
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento.
Se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, independientemente de su importancia, o de su orden.
Por ejemplo: Aunque seamos injustos la Justicia sigue teniendo valor, no deja de ser Justicia a causa de nuestras acciones, inclusive decisiones.
Los Valores construyen, aportan, instruyen, guían y forman. En el caso contrario se les conocen como Antivalores y con tristeza vemos que nuestra sociedad se ha llenado de estos. Poco a poco se va convirtiendo en una sociedad de anti valores, una que se ha acostumbrado a las acciones de mal. De nada me sirve buscar la paja en el ojo ajeno, si no quito primero la paja de mi ojo.
Es por esto que Pablo el apóstol señala la importancia de cuidar bien nuestra vida y hacer de nuestro tiempo el mejor uso: “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”
A los malos tiempos, es necesario añadirles buenos valores, acciones positivas, declaraciones de bien y no de mal, intenciones positivas de cambio y mejora para alcanzar la paz.
La familia por su parte, nos forma como personas y mientras mejores personas seamos, mejores hijos seremos y por ende mejores ciudadanos.
Es muy importante entender esto con claridad, ya que analizando la acelerada pérdida de valores en la actualidad, debo decir, que la familia ha perdido en este terreno, poco a poco ha cedido espacio a la ausencia de estos y bueno, es un hecho que si decimos que los valores se inculcan en la familia y esta se está viendo cada vez más desintegrada por tantos embates a los matrimonios y a la conciencia misma, nuestra sociedad enfrenta un verdadero problema que a mi parecer; es urgente asumir la responsabilidad en la lucha y convertirnos en bastiones de resistencia contra la pérdida de valores.
Los valores forman mejores individuos por ende, crean una mejor sociedad; lejos de la utopía, una realidad posible de alcanzar; si acaso los protagonistas de esta gran trama decidimos participar como actores de cambio.
Un camino bien trazado, nos permite visualizar objetivamente el alcance de nuestros anhelos.
Soñar es bueno, pero no podemos vivir soñando. Si podemos, sin embargo,
definir un mismo rumbo como sociedad, lograr con respeto, unidad, responsabilidad, honestidad y verdad, alcanzar el bien común: justicia, equidad, tolerancia y paz, entorno a valores verdaderos, perdurables y sin fingimiento.
Muchas gracias.